Una vocación grabada a fuego...


Una escala particular

Esta comunidad presenta así, características que la definen y refuerzan por el camino de una cooperación considerable y una altísima y variada carga de responsabilidades. Conformada como sociedad de rango o jefatura, se establecen diferencias de prestigio: aquí la decisión del Jefe del Cuerpo Activo altera cualquier costumbre del grupo, el poder se ejerce en este caso como una forma de controlar a los hombres y brindarles espíritu de cohesión.
El valor del liderazgo en esta sociedad de rango necesita ser construido desde un monopolio del mando, “hay que tener la lucidez de analizar cada una de las órdenes que se dan al personal del cuerpo y que estas sean para el bienestar general, dejando de lado muchas veces la amistad personal”., señala el Jefe del Cuerpo Activo.
Esa división donde los afectos y referencias personales son relegados, busca sobreponer el ideal del bienestar común. En este caso ese bienestar se vincula con la centralidad de esa cosmovisión que está basada en la seguridad.
El mando es una confirmación de la supervivencia y de esa supervivencia depende, además, la tranquilidad de una comunidad que tácitamente se ampara en la existencia de Bomberos Voluntarios: “ser jefe no es solamente ostentar el nombre o la jerarquía sino es llevar dignamente a un cuerpo activo a su más alto nivel altruista en beneficio de la comunidad que nos deposita la confianza de su seguridad”.
Así este liderazgo se cimienta a partir del carisma, de la destreza y pericia sostenidas desde la experiencia y pasión de 25 años: “ a los 18 me presenté en el cuartel, comencé el curso y empecé a respirar, sentir el espíritu de ser bombero, ha pasado mucho agua debajo del puente y hoy que me encuentro a cargo del cuerpo activo mi alma sigue sintiendo lo mismo que cuando ingresé”.
La elección cuidadosa de las palabras construye un discurso que transmite convicción y funciona como contenedor para sus propios hombres: “te escucha cuando necesitas que alguien te escuche” y provoca un efecto de identificación: “el Jefe brinda muchísima seguridad por su sabiduría y experiencia”.
Si bien esta comunidad necesita del liderazgo piramidal, los roles, acciones y funciones que estos hombres desempeñan, hace necesario un vínculo que, mientras sostenga la verticalidad del mando, se multiplique en beneficio de cada una de las necesidades de sus miembros: “él es parte de su tropa y no sólo representa su cargo sino que también es un compañero que escucha y aconseja”.
A partir de esta construcción funciona un sistema particular de valores que construyen y cimientan este ordenamiento social, este cosmos, su mundo. Cruzados por una dimensión sacra y cargados de conciencia mítica esos valores contienen un componente ideal y una carga emotiva, como señala Firth, estimula y guía la conducta.
En la totalidad de los bomberos consultados existe una coincidencia en aquellos valores que colocan en los primeros lugares de atención. “La familia es lo básico, son los que se bancan esto de salir a cualquier hora, de dejar todo cuando hay que estar en el cuartel”. La identidad de pertenencia inicial es puesta en esta consideración por encima de otros valores.
Aquí la carga emotiva se justifica por el abandono por un lado, la incertidumbre de quienes los esperan y el apoyo que buscan en ese núcleo al que vuelven tarde o temprano. “A veces se enojan, pero es más fuerte, al punto de que una vez uno de nosotros salió en medio de su propio cumpleaños al toque de sirena y le costó una pelea, pero están acostumbrados”. La familia en primer lugar y tras eso la prioridad del trabajo y transversal a ese tiempo, bomberos: “aunque todos sabemos que el laburo es importante ni bien podemos nos venimos; no importa el cansancio el tiempo que podemos es de bomberos”.
Luego aparece la vida: “la vida de los otros antes que la de uno por eso estamos acá”. Entre todos los entrevistados uno sólo de ellos expreso temor a la propia muerte pero centralmente a lo imprevisible que “deja a los míos sin aviso”. En los demás el tema se relaciona más con una posición de respeto y de irreversibilidad ante lo consideran signado.
En esta construcción singular de los valores, ellos perciben su alteridad, se descubren a sí mismos como OTROS: “igual nosotros somos personas normales, trabajamos, salimos, nos divertimos, tenemos familia, amigos”. En esa equiparación que marcan con el mundo cotidiano igualmente señalan que son “bomberos las 24 horas del día los 365 días del año”.





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